El Angel anciano

Todo sabéis que en este viaje son muchísimas personas las que me han ayudado. Con sus nombres y apellidos. Cos sus presentaciones y despedidas con abrazos. Este Angel no tiene para mi, ni nombre ni apellidos. Yo diría que casi ni cara que pueda recordar porque todo fue demasiado rápido. Me encontraba en la carretera número 15 cuando salí de Obregón con dirección a Mazaplán a unos 78 km de Los Mochis. La carretera pasaba por unos pequeños poblados a pie de la misma donde el lujo nunca llegó. Casas semiderrumbadas en las cuales hubo un día colores llamativos. Antiguos restaurantes reventados a saber por que y por quien. Cada pocos kilómetros, pequeños santuarios con vírgenes de llamativo color. La vegetación empezaba a espesar y la humedad le daba la mano a la calor. De pronto, en medio de uno de esos poblados de miradas curiosas la moto avisó de su sed. Puse la reserva y esperé a la siguiente gasolinera y menos mal que no tardó en llegar. ¿Roja o verde? Me pregunta el gasolinera mientras torpemente por la calor bajaba de la moto. Verde, respondí mientras me quitaba el empapado casco. ¿De dónde vienes?... Hoy desde Obregón, respondí sonriente aunque exhausto por la calor. ¿Cuanto vale esta moto?... Esa pregunta no me gustó. Quizás la pregunta o más bien el tono que empleó el joven. -Esta moto es muy barata, ¡mírala, no tiene nada especial! No es una BMW, nada de electrónica... Pues para aquí esta moto esta muy bien... El bato, como dicen por aquí, termina de llenar el tanque y e inspecciona la moto rodeándola. Ve la matrícula... ¿Vienes desde Alaska? En ese momento saco un puñado de monedas... Sí, desde allí vengo.... Tienes que tener mucha lana (dinero) wey!!! Pongo todas las monedas en el surtidor y le respondo.... ¿Crees que sí tuviese mucha lana, tendrías que estar contando todas estas monedas? Voy súper tirado de pasta... ¿Qué?... Que no tengo lana y es más, no se sí podré pagar la siguiente caseta de la autopista. Terminó de contar las monedas y me faltaban 20 pesos... Busqué más monedas hasta completar el pago. ¡Muchas gracias!... Dije despidiéndome.... ¡Vaya bien! Defecto profesional, manías, actitudes aprendidas después de muchos años, lo controlé por el espejo retrovisor mientras empujaba la moto a un oxxo (tienda que suele haber en las gasolineras, minimarket) la verdad que o lo vi llamar por teléfono ni nada. Entré en el establecimiento, compré un monster y salí afuera. El sudor recorría mi frente y había algo en el ambiente que no me gustaba nada. Una vieja pick up aparcó justo detrás de mi y bajó un lento, gordo y mayor hombre que aunque lo saludé, sólo me miró despectivamente. De la esquina salieron dos niños y un perro,que no concordaban con la aldea que había junto a la gasolinera. Bien vestidos y alucinando con la moto mientras pasaban a su lado. El lento y gordo señor salió con una tarjeta de recarga de teléfono, se montó en su viejo, lento y torpe coche y marchó pero antes de irse me dedicó una mirada que decía "aquí no eres bienvenido" los niños volvieron a pasar con su pulgoso perro negro y volvieron a mirar la moto. Bebo el último sorbo y en ese momento aparca un señor, con su gorro de vaquero mientras portaba algo en sus manos que no lograba identificar. Yo, que me encuentro junto a la puerta del oxxo me dispongo a prepararme para salir. Con el cuerpo frente a la pared y sacando los guantes, oigo que alguien balbucea algo, giro el cuello y le miró las manos al señor, parece ser una sierra. Sin parar de caminar y hablándome con la boca pequeña me dice... ¿Qué haces aquí wey? ¡No pares aquí wey! ¡corre de aquí "hijo"!(creí entender) no pares hasta los Mochis... ¡Mira detrás de ti! Detrás de mí, era mi lateral izquierdo. Observo dos individuos que se dirigen a mí, pero aún están lejos. Lejos para golpearme y muy cerca para tirotearme y aquí los malos no llevan navajitas. ¡Gracias! Le digo al hombre que justo esta cruzando la puerta. Me pongo el casco mientras controlo a los otros dos por el reflejo del cristal del negocio. Levanto la pierna, las llaves están puestas, el casco ya me lo abrocharé, si tardo, quizás no vuelva a necesitar casco. Cuando arranco la moto los tengo a sólo 6 o 7 metros. Uno de ellos levanta el mentón desafiante. Le devuelvo el gesto a la vez que acelero la moto y cruzando los dedos para que no salga un coche por la esquina por donde habían desaparecido los niños y su pulgoso negro. Suerte que no vino nadie pude escapar, sorteando también un triste puesto de cocos que había en la esquina con la incorporación, que hizo de escudo en el caso de que empezaran a disparar, aunque sinceramente, creo que no lo habrían hecho. Y como me dio el anciano ángel, no paré y a una media de 120-130 km/h con el mojón en el culo. Fue tal que así que lo que pasó luego os lo enseño en el siguiente video. Cuando llegó el otro ángel del MotoClub "Pata Salada" Felipe que contacté con él, gracias Víctor, un seguidor de México D.F

Pasaron más cosas, como el reventón de la rueda de un camión demasiado cerca. Una serpiente gordísima, ya tiesa pero por poco me tira de la moto... no preocuparos que esto es así!!!! ;)

 

Y después de hacerme ese enorme favor, me dejó pagado un hotel frente a la playa de Mazaplan. UN MILLÓN DE GRACIAS FELIPE, JORGE Y A TODOS LOS MIEMBROS DEL MOTOCLUB PATA SALADA DE SINALOA.

Felipe

 

Jorge... Excelente guía turístico de los "pata salada" muchas gracias por todo!!!

 

Publicado con Blogsy