El día Mágico

Tenía que buscar curro para sobrevivir en la ciudad los diez dias que por aquí andaré. Vicky, mi paisana y angel del búfalo en esta etapa del viaje, hizo alunas llamadas y una de ellas aconsejaba que fuera a un lugar. Aquel lugar, a igual donde está, da igual como lo llamen. Fui a las 7:45 como me habían dicho. Un poco perdido, vi como otras personas, de diferentes edades esperaban su oportunidad mientras hablaban. En "la esquina" mexicanos, hondureños, salvadoreños, algún africano y un español, conocido como el búfalo, esperaban que llegará una furgoneta y les ofreciera un trabajo, de lo que fuese y nunca por debajo de 12$ la hora. Dentro de la necesidad se hacen más rápido migas que en concentraciones de personas donde nadie necesita nada. Raúl y Marlon estaban sentados en la esquina hablando de sus cosas, les pregunté que si aquella era la famosa esquina y me lo confirmaron. Me dijeron como funcionaba y les sorprendió que un español estuviese allí, aunque por lo visto no fui el primero. "y más van a venir como siga la cosa así" les dije, porque de una copa de Europa y otra del mundo, crea orgullo, pero no se come. Y allí 28, 32 y 52 años, cada uno de su padre y de su madre, de un país diferente, uno para continuar su aventura y otros como aventura una vida carente de legalidad, de papeles para trabajar pero al fin y al cabo con un organismo que alimentar. Tenía que tener cuidado con la policía ya que solo puedo estar aquí para gastar dinero, no para ganarlo, así que siempre alerta pero lo curioso fue cuando paso la policía, tres veces; una en coche, otra en bici y otra en moto y saludó a los chicos de la esquina. Aquello era la ilegalidad en la ley pero la necesidad en las carnes, por lo tanto, respeto porque desnudos, somos todos de la misma especie. Vinieron varias furgonetas recolectando personas pero la de astronauta, que era mi ilusión no llegó nunca. Sólo querían personas para limpiar, peones, pintores y algunos incluso con un contrato en la mano para hacer la operación legal, pero me di cuenta que allí nadie quería eso o simplemente no podía. Llegó una furgoneta y ofreció 10$ la hora, regateando y mirando desde la altura de su picka up, una auténtica representación de la escala social que representaba cada uno en la vida y en ese momento. Le dijimos que 10$ ni de coña y lo mas curioso, es que nadie subió a ese vehiculo ni se mal vendió. "si la sociedad se uniese así, nadie nos malgobernaría" pensé y presencié, en la realidad lo de "el pueblo unido, jamás será vencido"

Esperando la furgo de la NASA.

Llegó una furgoneta con un chino dentro. Eduardo, un negro africano, empezó a discutir con él, por lo visto no le haía pagado la última vez que trabajó para el. Eduardo le escupió y el chino se bajó del coche. Amenazó e hizo ademàn de llamar a la policía, cosa que me extrañó porque uno era tan ilegal como lo que el asiático hacía. Sacó su telefonó y llamó a la policía, o no, porque esta nunca llegó. Se fue y volvió de nuevo, justo cuando yo ya me iba, después de esperar la furgoneta de la NASA que nunca llegó y me ofreció trabajo a Raúl y a mi. Nos montamos en la furgoneta y directamente percibí que ese chino y yo íbamos a tener problemas. Llegamos a una casa y comenzamos a currar junto a un chico que ya estaba por allí. ¿De dónde eres? Español, contesté. ¿De que parte? De Cádiz... -mi hermano jugaba allí al fútbol, en el Cádiz... Tengo que reconocer que no soy muy futbolero, pero pregunté... ¿A si? ¿Como se llama? Jorge Alberto Gonzalez Barilla completó. ¿Que temporada? ... Por los ochenta... -pues no sé, no soy muy de fútbol.... Reconocí. Le llamaba Mágico Gonzalez. Mis ojos se agrandaban de asombro mientras en mi cabeza resonaba el locutor de la primera cadena de la época, narrando una de las jugadas del mago y con aquella explosión al meter el gol!!! GOOOOOOOLL DEL MAGO, GOL GOL GOL GOOOOOOOOOOL DE MÁGICO GONZALEZ. Ya he dicho que no soy muy futbolero, pero tengo una camiseta del Cádiz y es de Mágico Gonzalez. El chico sabía que yo iría por allí en moto. -ya le digo que vas por allí...- me dio las señas y ya sé donde tengo que ir a verlo... Esperemos que así sea.

EL MAGO CON EL BALÓN EN LOS PIES

Al final, me dejaron trabajando con el chino y la verdad es que mi ingles n es muy beueno, Per. El del chino no era mucho mejor. Estábamos poniendo el mármol en un cuarto de baño, me dio algo, no lo entendí y comenzó a gritarme. El pequeño baño, se le hizó aún más pequeño al chino cuando le dejé las cosas bien caritas. Solté el mármol, me metí la mano en el bolsillo y saqué mi pasaporte y le dije: ¿Ves esto? Se llama pasaporte y soy legal en este país, y yo no te voy a escupir como ha hecho el negro, directamente te voy a arrancar la cabeza, así que vocaliza de una puta vez si quieres que te entienda y trata con respeto a las personas, porque con esto o sin esto, (mientras le daba con el pasaporte en la frente) somos persona. ¿Has entendido? Pues no me toques los cojones, terminemos esto y tan amigos. El chino, se relajó bastante. Mucho diría o, pero no había cojones de entendernos. A las dos horas montamos en el coche, me pagó el doble de lo acordado y dijo que era imposible trabajar juntos si no nos entendíamos. Le dije que muy bien, que yo lo intentaba, pero que su ingles no era mejor que el mío y mientras conducía llegó el momento. Momento en que mi amigo asiático se queda dormido al volante mientras veo que no frena en un semáforo en rojo, donde ya había una fila preparada para ser envestida como en una partida de bolos. No me preguntéis como, pero lo que hice fue gritar mientras metía el pie en su habitáculo y pisé el freno. Medio metro quizá fue la distancia entre un coche y otro. Ya os podeís imaginar la mirada que le eché a esos ojos rajados por la raza. Apeó el coche y se puso a dormir. Yo flipaba y le dije que me pillaba un autobús. Tienes carnet de conducir... Sí, pero no lo traigo conmigo.... Vale, tráelo mañana tengo un trabajo para ti.... Pero hoy no he ido, me he cogido el día de asuntos propios para poder escribiros esto.

 

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