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lunes, 17 de diciembre de 2012

Internet follador de aventuras.

En Popayán Toscano me recibió en su casa como a un primo que trabaja en Irlanda y vuelve a casa por Navidad. No me faltó de nada y de nada me pude quejar... estaría bueno. El arreglo de la moto quedó perfecto y Toscanó invitó a la soldadura sin darme tiempo a meter mis manos en unos bolsillos más contentos porque Edreams me devolvió el dinero que era mío cuando me cobró dos veces el billete de Panamá a Colombia. Salí de Popayán con dirección a Pasto y una carretera medianamente complicada aunque muy entretenida me esperaba. Curvas y asfalto de tercera regional donde la moto del pobre sufre más que la del rico haciendo al primero más fuerte que el segundo.

La pobreza hizo presencia en la belleza de una vegetación pomposa adornada en ocasiones con altas cascadas. Las niñas miraban sonriente a ese motorista que cabalgaba una preciosa moto roja para aquel país, esperando quizás que este parara para llevársela a un lugar mejor. Más hormonas que diversidad de hombres en esos poblados donde las vacas lucían xilófonos en sus laterales mientras las gallinas podaban el césped. Los perros sin raza se olían sus genitales sin protección. Sus dueños exentos de oportunidades vagaban viendo la vida pasar de un mundo que no iba más allá de la curva de la carretera.

 

En las distancia pude ver unas nubes negras como los huéspedes de las aldeas que había pasado. Pasto estaba muy cerca ya y no paraba de subir en altura que presentaba su frío a los viajeros. El frío es llevadero pero cuando lo mezclas con agua es una tortura para unos pantalones que lucen una carcajada en la entrepierna. Que raro... empezó a llover y busqué un lugar donde poder cambiarme con garantía de que la solución fuese acertada y no terminar mojado y lleno de barro, pero ese lugar... nunca llegó. Los últimos Kilómetros a Pasto fueron acompañados por una capa de agua imparable, fría e incómoda. Al llegar a Pasto, busqué un teléfono para llamar a Diego, el contacto que me había facilitado Toscano si paraba allí. Al rato llegó, me acercó a un hotel muy barato pero no por ello malo y pude secarme. Esa noche fuimos a dar un paseo con las motos junto a sus amigos. Vimos las luces que adornan estas fechas parques de la ciudad probando las típicas bebidas calientes que se sirven en estas fechas. Después de un rato, que también llovió me fui al hotel a descansar y madrugar para que a la mañana siguiente me diese tiempo de sobra llegar a Quito sorteando las terribles fronteras.

Pasar de Colombia a Ecuador no fue realmente difícil comparado con centro américa. Al llegar a Ibarra, la primera gran ciudad después de la linea, me percaté que un sonido metálico cantaba por la zona del motor. Ni idea que podía ser y es que mis conocimientos de mecánica... bueno, ya sabéis como son. Abría gas y lloraba unos segundos después. Busqué un taller en Ibarra pero mi ansia por hacer kilómetros era más grande que la propía lógica de la paciencia. Cuando salí de Pasto por la mañana me sentía imparable como una paja en su último segundo de vida, pero solo eran las ansias por pilotar, oler, ver... sentir al fin y al cabo después de un problema y otro así que la incoherencia hizo acto de presencia y decidí llegar sí o sí a Quito.

A mitad de camino ya pensé que lo que estaba haciendo era una estupidez y que los daños podrían ser mayores.... pero llegué a Quito. Sin albergue previamente apartado, sin teléfono, sin gps, sin mapa de Quito... como a mí me gusta. Yo, mi moto mi soledad, mi moto y su ruido fuimos guiados por el instinto como en aquella vuelta al mundo o como al principio de este viaje. Donde sólo tú puedes salir de una situación u otra. Pregunté a un agente de transito como llaman aquí por un hotel. Me mandó a uno que ya sin entrar sabía que iba a ser imposible alojarme en el. 214 euros quería ellos y yo también. Imposible le dije a la chica. Le pregunté si me dejaba la clave de internet y así buscar un albergue de esos baratos que me encantan por lo que se cuece en ellos y por las historias que ves, pero esta empleada se negó a dejarme la clave. Le di las gracias y marché con el tamaño de una hormiga en aquella ciudad. Pregunté a una chica que paseaba con su hija por un hostal cercano como acercar se acercaba la noche y con ella sus cosas buenas y las malas también. Me indicó pero nunca lo encontré y si aquello ocurría tenía la dirección de esta mujer que generosamente me ofreció su casa y me apuntó su número de teléfono. No lo usé, esa noche tenía una video conferencia con moteros gaditanos, y después del generoso ofrecimiento me pareció muy feo preguntarle que si tenía WI-FI para dicha conferencia que gustoso ya me había comprometido y tenía mucha ilusión en hacer.

Preguntando aquí y allí encontré un hostal a un precio razonable. Algo más de 20 euros, no está mal para una gran ciudad donde es más barato pagar esto que dormir en sus calles... y tenía internet. Y es lo que está dejando que una aventura deje de ser una aventura pura. Y es que con internet tienes toda las soluciones. Lo he dicho varias veces... google es dios, le preguntas y siempre te responde. Fui al facebook y con la sensación orgullosa de que aquella noche podría haber dormido gratis en una casa ajena por pura caridad, pero esa noche era especial para mí y no debía exigir más de lo que la humildad ofrece. En el facebook, como iba contando, puse lo del sonido en la moto y automáticamente la parte superior de los mensajes se iluminó a rojo. " Aquí tienes el teléfono de ..." no terminé de leer el mensaje cuando ya había uno detrás de otro que nunca abrí. Es un colchón enorme saber que con un telefonazo tienes todo arreglado o simplemente con una suplica en internet. " Esto no es aventura " pensé directamente. No es aventura aunque tampoco es turismo y se puede convertir en simplemente viajar. Es de agradecer todos esos mensajes de ofrecimiento que no quería leer. Necesitaba y me gusta resolver los problemas yo mismo y en la medida de lo posible. Eso hice, me puse unos vaqueros ignorando el facebook y salí a la calle a buscar una solución, información para continuar por mis propios medios, como al inicio de este viaje. Cuando sin internet ni dinero la imaginación hizo que consiguiera llegar a Vancouver. Llegué a un bar donde jóvenes gringos demostraban su fortaleza dándose correazos en el culo y bebiendo como cazurros, algunos a las 8 de la tarde ya lucían sin camiseta. Pedí una cerveza, inversión necesaria para poder pedir información, mear y cagar si es necesario. A la hora estaba bebiendo cerveza gratis, con un taller localizado y con una recomendación con nombres y apellidos para ahorrar en gastos... aunque así fue la última vez en Cali y... una mierda para mí, pero al menos tenía un taller cerca donde poder ir.


Volví al hostal contento por haber "solucionado" o al menos haber arrojado luz para el siguiente día. Encendí el ordenador y cual fue mi sorpresa al ver que el facebook parecía un racimo de tomates cherry en su parte superior. Nuevos amigos de Quito, tres o cuatro teléfonos a los que poder llamar. Amigos de Alicia de donde ella se encontraba dispuestos a pagar el arreglo de la moto, alojamientos. Agradecido 100% por tanto apoyo, no hay duda, pero una parte de mí, la misma que decidió cerrar el ordenador y marchar a la calle a buscar una solución, me volvió a repetir... "Búfalo... esto no es aventura, esto no es lo que buscabas cuando montaste en el avión en Agosto. No, pero estas personas te quieren ayudar y lo hacen porque se preocupan por ti" Me dejé querer, pero por última vez y hable con uno de los contactos, Gabriel, y quedamos al otro día. Todo hecho y solucionado y mil veces agradecido por aquí y en persona, pero el mismo sabe y os hago saber... que si vuelve a pasar algo en los más de 10.000 km que quedan por delante, lo intentaré solucionar y a toro pasado os contaré que pasó y como se solucionó.

Con el simpático Gabriel he ido al taller y al final ese sonido que tanto me preocupaba, era que en aquel taller de Cali, donde las ruedas iban a ser gratis, donde me ayudarían y donde me rompieron el tanque a un repique de una tragedia... no apretaron bien el cubre carter y se han ido soltando la sujeciones con ese ruido hasta que precisamente hoy mientras íbamos al taller se ha soltado y en una curva y añadiendo el tráfico por muy poco no termina aquello en un accidente. Engañado y estafado me he siento después de aquella visita al taller que no fue de casualidad, fue un ofrecimiento que se convirtió en trampa. Aun estoy esperando que me manden la factura para saber que aceite lleva mi moto y poder comprar un bote para la ruta.

Os aconsejo que os paséis por esta página de Don Solaris que es una explicación magistral de la soledad que tantas veces he nombrado en el blog y el anterior pero jamás con tanta habilidad como Don Solaris.

http://newyorkushuaia.blogspot.com/2012/12/el-arca-perdida-y-los-besos-de-marion_13.html?m=1




 

3 comentarios:

  1. ahi ahi, esas cronicas wapas, animo tio!

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  2. Killo... aunque es un poco ñoño el tema... ¡¡Te has ganado un premio por tu blog por los huevos que le echas!!

    http://www.entremagdalenas.com/2012/12/mi-primer-premio.html

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