RECAPRIX.COM

RECAPRIX.COM
RECAPRIX.COM Todo para su automóvil... Y mucho más.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Mi abuelo y África

Mi abuelo era un tipo serio y con un humor tan personal que nadie lo conocía o quizás pocos lo supieron ver. Era avaro como el mismo y tengo una imagen que jamás podré olvidar. Fuimos mi primo David y yo a pedirle una morguera, que es una especie de alambre con final de flecha que sirve para coger muergos o navajas según la parte geográfica desde donde leas esto. El caso es que el viejo abrió la puerta mientras nosotros esperábamos la negatividad a la propuesta. Mi primo preguntó con su voz de pito.. Abuelo... ¿me dejas una morguera?.... a lo que el viejo gruñó "No que luego se pierden" ... Mi primo ya corría escalera abajo mientras le gritaba valientemente al rudo abuelo, más pito aún su voz, "Métete la morguera en el culo". Creo que ha sido el único que ha tenido cojones en decirle las cosas claras al abuelo en la cara. A mi abuelo no iba mucha gente a verlo y es que estaba recogiendo todo lo que había sembrado antes. Nunca recibí un regalo de mi abuelo por navidades ni por cumpleaños ni por mi santo. El abuelo era un ser al que había que respetar sin toserle a la cara. Yo trabajaba en el norte de España y los sentimiento florecen en la distancia, entonces cada dos o tres meses que bajaba al sur una de las visitas obligadas era visitar al abuelo. Fui creciendo y no por ello madurando y cada vez hablaba con él cosas más de hombres, casi siempre a solas. Me sorprendió que supiese como funcionaba mi HK 9 milímetros a la perfección y de donde provenía esta pistola. Me contó como vivió su vuelta al mundo en el Juan Sebastián el Cano. Tenía nociones de alemán e ingles, raro a esa edad. Era tan egoísta como curioso y podías hablar de todo con él si sabías abrirle la boca. Historias que sólo los abuelos podían contar, pero siempre y tristemente en la soledad de un salón con poca luz proporcionada por el brillo del televisor.

Mi abuela se marchó antes después de una vida marcada por el dolor de un reuma que se la estuvo comiendo poco a poco durante unos veinticinco años. El abuelo no quedó solo porque parte de la familia bregó con el hasta que también decidió despedirse. Recuerdo nuestro último encuentro en aquel triste y oscuro salón que ya ni la luz del televisor alumbraba. Le intenté hablar pero parecía no reaccionar. El alzeimer hizo que su memoria se apagara poco a poco. Mi tía Pili me decía... "No insista Fernando, ya no entiende" pero creo que el viejo nunca había entendido a nadie como nadie lo entendía a él... creo que yo sí y le dije... "Abuelo voy a surfear... ¿Te vienes a ver tetas a la playa?... y el viejo casi se incorpora como el mismísimo Drácula mientras se reía. Definitivamente... nadie lo entendía.

Un día decidió irse para siempre y no hizo testamento, como el mismo dijo... "para que se peleen" fue cabrón hasta para morir, pero ese gesto lo entendí aunque a nadie le confesé. Era una replica al propio castigo que había sufrido que no por ello no merecido.

Rascacio, avaro, egoísta en el mayor de los niveles a mí me supo dar, lo que nadie podía ver, lo que nadie podía tocar... un montón de historias que me hicieron soñar y ver que hay un mundo detrás de ese mar que el surcó y que navegó para pescar en el con el barco que el mismo había hecho con sus propias manos y aún flota. Al dejarnos el abuelo, dejó un montón de libros, un acordeón, un teclado, un torno, herramientas, murciélagos de plástico y un piso que al no tener ascensor, por muchos años fue la cárcel de mi abuela y la suya propia. No fui al entierro porque según él, yo era el único que iba a verlo, no por ello aguantarlo y la verdad no me apetecía volver a vivir lo mismo que en la despedida de mi abuela, donde un montón de gente que no había sido capaz de visitarla en vida fueron a despedirla para quedar bien con la familia, incordiando en la puerta del crematorio sin dejar al cura trabajar. No recuerdo quien me llamó para darme la noticia. Recuerdo que vivía en el Palmar, corté la llamada, cogí mi bicicleta después de ponerme el neopreno y cargar la tabla aunque ya era bastante tarde. Sólo repetía... adiós abuelo adiós y al llegar a la costa unas enormes olas azotaban la costa. Entré en el mar salado mientras esas enormes olas pretendían devolverme a la orilla sin conseguirlo. La gente salía antes de que anocheciera en aquel frío infierno. Ese día me sentí más marinero que surfista y cada brazada era de rabia. Una rabia incomprendida porque mi conciencia estaba tranquila de haber sido claro con él. Quizás no era rabia, quizás es que realmente lo quería y lo iba a echar de menos. No hay peor sensación que a un niño le digan que no volverá a ver a su abuelo, sé que no soy un niño pero como he dicho antes... nunca llegué a madurar. Llegué donde la rompiente te brinda el respeto por tu valentía. Recuerdo que surfeé dos olas muy grandes casi sin poder ver. En la última, la noche ya brillaba y el negro revolcón que me dio la hola me hizo libre. Al salir a la superficie las estrellas me miraban y yo a ellas, quizás quien sabe, mi abuelo las miró algún día con esa sensación de felicidad que me da el surf. Lo bueno del mar es que llorar en el no contamina y tampoco hay que quitarse las lágrimas del rostro.

Mi playa, El Palmar.

La cárcel de mis abuelos, por decisión propia, se ha vendido recientemente y el dinero de la venta se ha repartido como cualquier herencia que se preste. Mi madre, que no tiene la obligación de repartir lo que de ella es, ha decidido compartirlo con mis hermanas y yo. El caso es que al único varón y el del medio de los tres, este que os escribe, ha recibido 1000 Euros que podría decir que vienen del cielo, pero si los apartamentos de la Biblia existen, el viejo está en el de abajo... al igual que en la cárcel... por decisión propia.

El por ello que he decidido con ese dinero, y ahora es cuando mi madre me mata, mandar la moto a Sudáfrica donde se encuentra su hermano. Lo conocí hace dos años por estas fechas cuando fui allí a surfear. Verlo fue muy emotivo y pude ver al abuelo de nuevo. Se parecen bastante aunque este es más guapo luciendo unos ojos azules que nunca heredé. Marchó alli hace más de 40 años y lleva más de 15 haciendo su propia casa. Lo hace todo, todo todo... desde el cocido de los ladrillos que el mismo le da forma con sus manos. La última vez lo vi en el aeropuerto un ratito mientras enlazaba vuelos a J-Bay y me quedé con las ganas de ver su obra. Definitivamente ya sé a que parte de la familia he salido en la faceta de... se me ocurre algo y lo hago por cojones.

Sudáfrica J-Bay un sueño que se hizo realidad

La idea de este viaje, que es el mismo que este, es hacer Africa de Sur a Norte con la misma moto que compré en Alaska y pretendo llegar a Usuahia. Ya he consultado y para no tener muchos problemas con temas de visados, lo mejor es ir por la costa Este y llegar a Italia en barco, ya que aunque me gustaria entar por Marruecos, parece imposible parar por allí. Se que es pronto, pero tengo esa ilusión. Que me perdonen mis hijos, porque esto demorará mi llegada unos 3 o 4 meses más, pero tendré un millón de historias más para contarles a ellos y a sus hijos, los que serán mis nietos sin olvidarme de mi sobrino Gael que también estoy loco por verlo. Parece egoista, pero realmente no lo es.

Para llegar a Usuahia, creo que hay plata lo complicado será conseguir dinero para el vuelo a Sudáfrica, pero lo conseguiré. Vacunas creo que tengo todas y lo único es que para Agosto creo que termina el permiso internacional de conducir. Espero llegar mucho antes, pero visto lo visto... Mejor callar.

P.D Ojos verdes... Pido perdón por todo

 

1 comentario: